Desaprender los discursos de odio es difícil, pero el ser conscientes de esa situación nos lleva a usar palabras que curan y sanan. Ese fue el eje de la ponencia del investigador uruguayo Rodrigo Ayarza, en el marco de la XX Semana Internacional del Derecho y la Criminalística en el TdeA Institución Universitaria.
Cuando las palabras matan fue el nombre de la ponencia, que se enlazó con el tema principal de la Semana Internacional que este año es “Crímenes de odio: democracia, libertad y derechos en crisis”.
El investigador Ayarza suma más de 20 años como facilitador en talleres en España y Latinoamérica. Su labor se ha enfocado en el desarrollo de alternativas a la violencia y los conflictos. Desde 2020 es enfático es implementar las narrativas noviolentas como herramienta transformadora, y su mensaje está enfocado a los jóvenes, especialmente los universitarios.
Para Ayarza, desaprender esos discursos de odio que llevan años en las sociedades es difícil, pero habla de esperanza, y asegura que “hay que transformar esos conceptos. Hay palabras que pueden curar, pueden cuidar. Las palabras construyen una narrativa, un discurso en el que las personas puedan sentirse escuchadas, cuidadas, pero sobre todo reconocidas y legitimadas”.
Explica que la violencia y los discursos de odio arrollan la autoestima y segregan, discriminan, lastiman, hieren. “Debemos desaprender esos discursos y aprender otros que permitan transformar sus miedos”, dice el investigador Ayarza, y añade que se debe romper el silencio frente a la polarización de un conflicto. “Los seres humanos buscamos tener un lugar donde nos sintamos legitimados, reconocidos por los otros”.
Rodrigo Ayarza es magíster en Política y Gestión Educativa. Sus estudios de posgrado los ha realizado en España, Suecia y Estados Unidos, con profundización en temas como la prevención de la violencia y cultura de paz. Es reconocido por el desarrollo de estrategias para transformar conflictos y desaprender la violencia con respuestas creativas.
Sin embargo, es claro en manifestar que no tiene la receta para las soluciones, pero sí puede aportar al conocer el potencial de querer transformar los conflictos. “Hay que tratar esos temas con cuidado y con tiempo, y no es como yo interpreto sino cada grupo con sus recursos”, aclara.
Para cambiar los discursos de odio, para él es clave y fundamental hablar de herramientas para romper el silencio. Pone de ejemplo la educación secundaria, y dice que cuando se normaliza o se sienta natural que alguien se burle de otro, el docente debe tener la capacidad de decir: “No quiero dejar de dictar la materia, pero quiero conversar, acercarnos con otra mirada. No me siento a gusto con lo que sucede y no voy a continuar”, explica.
En ese momento, la estrategia del docente puede ser habilitar esos espacios y es conveniente no hablar con la persona agredida frente a toda la clase, pues puede llevarla a más burlas. “Las personas que sufren acoso deben escucharse en un lugar aparte, con confianza”, dice.
Nuevos retos
Los discursos de odio han cambiado a lo largo de la historia de la humanidad, y nuevas formas de comunicación generan otras formas de expresión. En el mundo actual, una nueva manera de informar y comunicar lo representan las redes sociales. Cuando se hace con el afán de entretener, explicar o enseñar son un gran aliado, pero también son el espacio de expresiones que buscan minimizar y burlarse de otros con discursos de odio, que se ha visto pueden llevar a la muerte, sin embrago, es un tema que no se ha dimensionado lo suficiente.
En este aspecto específico, Ayarza comenta que los docentes deben aprender a manejar las redes sociales. “Muchos conflictos explotan en los pasillos del centro educativo, y se deben prevenir esas situaciones”. En enfático, precisamente, en la prevención. “Los docentes dicen que tienen miles de conflictos y sienten que están ‘apagando el fuego’. Tratan los conflictos en el peor momento, cuando ya estalló y se polarizó la situación”, dice. Y para facilitar ese rol de los docentes, deben sentirse legitimados y apoyados, y los estudiantes tienen que sentir que saben cómo actuar y manejar cada situación.
Explica Ayarza que, de todos modos, algunas veces se puede hacer algo ya planeado, otras veces no. En ocasiones los docentes están trabajando en la prevención de un conflicto grupal, y el mismo día estalla otro con matices de discurso de odio. Ahí es cuando los docentes deben tener herramientas para frenar y evitar que siga escalando.
El paso de Rodrigo Ayarza por el TdeA dejó inquietudes, preguntas, retos en cuanto al cómo enfrentar el discurso de odio, y más con las realidades sociales globales del mundo, pues pareciera en muchas esferas ser aceptadas por lo común y cotidianas. También dejó herramientas, fue claro en que parte de la solución es desaprender esos discursos y buscar más palabras que curen y sanen.